Moscas

Faltan 279 días para las elecciones.

Si de algo ha servido Iowa es para hacer limpieza. Hay que recordar que la carrera presidencial 2016, con los candidatos (más o menos) viables, empezó con 21 aspirantes: 17 republicanos y 5 demócratas, a los que se podrían añadir figuras como, por ejemplo, el visto-y-no-visto de Lawrence Lessig, un tipo con ideas muy interesantes pero que no duró ni un mes en las filas demócratas.

A modo de in memoriam, es necesario un pequeño resumen de los que nos han dejado, y más después de la (mini)escabechina de Iowa, donde han caído grandes nombres como si fueran moscas.

Burros

Lincoln Chafee: La demostración que tener un nombre como el apellido de un presidente no da puntos extra. La parodia de Saturday Night Live lo tildó de bobalicón, y tampoco iban tan desencaminados. Un tipo que en la primera pregunta que recibe en un debate televisado a nivel nacional no recuerda su primera votación en el Congreso, y después la justifica diciendo que era su primer día y no sabía que estaba haciendo, no merecía mucho más.

Jim Webb: Un demócrata que tiene como único discurso más intervención militar no va por buen camino, a menos que la fuerza esté justificada. En la parodia de SNL estaba caracterizado por Alec Baldwin, y no lo pudo hacer mejor. El insensato está pensando concurrir a las elecciones como candidato independiente. Pobre de su familia, especialmente si tiene los santos ***** de pedir préstamos para financiar su campaña.

Martin O’Malley: Vaya por delante decir que, sinceramente, me parece un candidato MUY válido. Joven, con ideas claras, más o menos buen orador y con planta. Simplemente éste no era su momento, y una retirada a tiempo (todavía no había acabado el recuento de Iowa y ya se estaba yendo a casa) es siempre una victoria. Que lanzara su candidatura justo con el resurgir de los problemas en Baltimore (donde fue alcalde) no le ayudó mucho; menos que se enfrentara a dos titanes como Clinton -con su maquinaria de partido- y Sanders -y su maquinaria de movimiento social. En función de como vaya el futuro, le veremos en 2020 o 2024. Seguro.

Elefantes

Scott Walker: ¿Alguien se acuerda de que en algún momento fue el máximo favorito para ganar? Pobrecillo. Un primer debate desastroso (y un segundo lamentable) le condenaron al ostracismo, y no se vio con fuerzas de pelear contra el huracán Trump. Abandonó rápido e hizo un llamado a que todos hicieran lo mismo para unir fuerzas contra Donald. Nadie le hizo caso, y el magnate siguió creciendo hasta lo que se ha convertido hoy.

Rick Perry: Superada la vergüenza del ridículo de las presidenciales anteriores, Perry se volvió a presentar, renovado, para ser el canalizador del voto del sur. Con sus gafas de hípster quería comerse el mundo y terminó comiendo barro. Renunció a su sueño el 11-S, cuando medio equipo se había ido por falta de pagos. En la búsqueda de recuperar su alma republicana, conservadora y sureña, ahora hace campaña por Ted Cruz. De momento, tras la victoria de Ted en Iowa, tampoco le está yendo tan mal.

Bobby Jindal: «Después de un presidente negro, toca un presidente indio,» debió pensar. Y fracasó. A las primeras de cambio llamó «narcicista» a Trump (insensato, aunque quizá cierto) e hizo un par de vídeos atacándolo. Y claro, así la cosa dura poco. Ni su conservadurismo ni su exotismo le salvaron. Ahora se acerca a los aspirantes más ‘ultras,’ como Cruz o Carson.

Lindsay Graham: Otro que se metió con el malote de la clase y perdió. Graham era candidato de una única idea (más músculo militar para recuperar el poderío norteamericano), pero tenía gracia en los debates. Nunca llegó a clasificar para los debates de prime-time: al final, por muy buen monólogo que tengas, si no te ve nadie no vale la pena. Sorprendentemente apoya a Jeb! Bush, quizá para intentar darle algo de fuerza belicosa y buscando, obviamente, la Secretaría de Defensa. Es probable que esté decorando su (¿futuro?) despacho en el Pentágono.

George Pataki: Es de esos personajes que no entiendes qué hace ahí. Desde que empezó la campaña estaba en menos de un 1% de apoyo en cualquier estado y el tipo seguía ahí, erre que erre, participando en debates y gastando dinero. Su pasado como gobernador de Nueva York, además, le ponía frente a su público como alguien con tendencias liberales en algunos asuntos sociales clave (aborto, matrimonio gay…). Sigue en algunas papeletas de primarias porque ya estaba inscrito, pero va a hacer campaña por Marco Rubio. Al menos se acerca a caballo ganador (parece).

Mike Huckabee: El primero de los tres que se eliminaron tras Iowa. Había ganado allí en 2008 y no consiguió nada de nada. Cabe decir que su campaña no había evolucionado, se quedó anclada hace ocho años, y así poco se puede hacer. Cuando lo más moderno es un vídeo parodiando el fenomeno mundial de Adele, poco más se puede decir. Eso sí: sigue tocando el bajo y es íntimo amigo de Chuck Norris. Bravo por eso. Lo normal es que se una a la cruzada de Ted, al que le une el voto religioso.

Rick Santorum: Ponerse el chaleco que tanta suerte le dio en 2012 no le sirvió para nada a Santorum, que ha visto como Cruz le adelantaba por la derecha (jeje) sin poder hacer nada. Listo como el hambre, ha decidido unirse a Marco Rubio en lugar de apostar por alguien que podría ser más de su cuerda.

Rand Paul: El problema del libertario Rand es que no supo ver que en la campaña de este año no iba a tener hueco. No tiene el carisma de su padre Ron, y sus ideas no tienen cabida en un año en el que, en el lado republicano, solo sirven propuestas de terrorismo e immigración. Y en el que los outsiders, entre los que no está, tienen la sartén por el mango. Al fin y al cabo, aunque él no lo quiera, forma parte de la dinastía Paul.

A día de hoy todavía quedan 9 republicanos (Cruz, Trump, Rubio, Carson, Fiorina, Bush, Kasich, Christie, Gilmore) y 2 demócratas (Clinton, Sanders). Todavía me parecen demasiados.